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miércoles, 9 de octubre de 2013

MAGIA LUNAR II

CELEBRACIONES LUNARES: ESBATS 
(Tomado de mi libro: Brujería siglo XXI, el Movimiento de la Diosa)
 
La Luna acompaña a nuestro planeta desde el principio de los tiempos. Y por su interacción con la Tierra se producen las condiciones para que pueda fructificar y desarrollarse la vida. Rige las mareas, el crecimiento y decrecimiento de los vegetales, de las faneras (cabello, uñas), del epitelio uterino, de las células productoras de espermatozoides, en fin, de todos los seres vivos.
Con respecto a la conexión entre las fases lunares y el ciclo mensual femenino, la interrelación es indiscutible. ¿Qué nos diferenció biológicamente hace cientos de miles de años para que dejemos de ser primates y nos convirtamos en humanos? Pues, la menstruación. Sí, así como lo leen. Cuando las hembras de la especie homo evolucionaron dejando atrás el estro de las demás hembras animales y comenzaron a menstruar, nos convertimos en humanos. Así, nos liberamos de la necesidad de emparejarnos con el simple propósito de procrear y pudimos ejercer la sexualidad como goce, placer extático y comunión sagrada. De este modo, dejamos de responder como especie únicamente a la luz del sol, que regula el estro en los animales, y comenzamos a fluir cíclicamente con la luz de la luna produciendo el ciclo humano menstrual con el cual podemos estar sexualmente dispuestas todo el mes y no sólo en el momento de la concepción, siendo capaces también de regular la cantidad de hijos que queremos engendrar. Los humanos somos primates solilunares.

La luna recorre su órbita alrededor de la Tierra en 28 ½ días aproximadamente, a través de los cuales nos muestra distintas caras.
Clásicamente, se consideran cuatro fases lunares: luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante. Pero hay una manera más completa de verlas. Siguiendo los estudios de Demetra George, dividiremos cada lunación (mes lunar) en 8 aspectos: luna nueva, creciente, cuarto creciente, gibosa, luna llena, menguante, cuarto menguante y balsámica.
“El proceso se inicia durante la fase de luna nueva, cuando la semilla que contiene una nueva visión y es infundida con una intención determinada germina en la oscuridad. Con la luz de la fase creciente, los primeros y tiernos brotes de esta visión comienzan a salir fuera de la tierra. Durante el cuarto creciente, la fuerza vital de esta visión adquiere sus raíces, estableciéndose a sí misma; aparece el tallo y la estructura de las hojas adquieren una forma más fuerte y definitiva. La fase gibosa se corresponde con el desarrollo de los capullos, esperanza de la flor que se abrirá después en la fase de luna llena. Con la luna llena, a medio camino del ciclo lunar, la visión se halla plenamente iluminada y repleta de contenido y significado. La fase menguante o gibosa menguante se corresponde con el fruto maduro; la visión ya ha cumplido su objetivo. El cuarto menguante se refiere a la siega de la cosecha, cuando lo que ha sido realizado durante todo el ciclo es ingerido y asimilado. Cualquier fruto dejado en la planta comienza a marchitarse y a descomponerse. Entonces, la esencia de la visión es destilada en una nueva semilla que es enterrada bajo la tierra durante la última fase o fase oscura o balsámica del ciclo, donde es preparada para el renacimiento. Y será liberada posteriormente con el inicio de un nuevo ciclo”.
(Demetra George, Las lunas negras.  Las negritas son mías)

De acuerdo a lo anteriormente dicho,  cuando queramos aumentar la energía para un determinado proyecto o situación a través de un trabajo mágico lo haremos entre la luna nueva y la llena; si deseamos quitar, disminuir o dejar ir alguna situación, lo realizaremos en la fase menguante y balsámica de la luna. 

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