CELEBRACIONES LUNARES: ESBATS
(Tomado de mi libro: Brujería siglo XXI, el Movimiento de la Diosa)
La Luna acompaña a nuestro planeta desde el principio de los tiempos. Y
por su interacción con la Tierra se producen las condiciones para que pueda
fructificar y desarrollarse la vida. Rige las mareas, el crecimiento y
decrecimiento de los vegetales, de las faneras (cabello, uñas), del epitelio
uterino, de las células productoras de espermatozoides, en fin, de todos los
seres vivos.
Con respecto a la conexión entre las fases lunares y el ciclo mensual
femenino, la interrelación es indiscutible. ¿Qué nos diferenció biológicamente
hace cientos de miles de años para que dejemos de ser primates y nos
convirtamos en humanos? Pues, la menstruación. Sí, así como lo leen. Cuando las
hembras de la especie homo evolucionaron dejando atrás el estro de las
demás hembras animales y comenzaron a menstruar, nos convertimos en humanos.
Así, nos liberamos de la necesidad de emparejarnos con el simple propósito de
procrear y pudimos ejercer la sexualidad como goce, placer extático y comunión
sagrada. De este modo, dejamos de responder como especie únicamente a la luz
del sol, que regula el estro en los animales, y comenzamos a fluir cíclicamente
con la luz de la luna produciendo el ciclo humano menstrual con el cual podemos
estar sexualmente dispuestas todo el mes y no sólo en el momento de la
concepción, siendo capaces también de regular la cantidad de hijos que queremos
engendrar. Los humanos somos primates solilunares.
La luna recorre su órbita alrededor de la Tierra en 28 ½ días
aproximadamente, a través de los cuales nos muestra distintas caras.
Clásicamente, se consideran cuatro fases lunares: luna nueva, cuarto
creciente, luna llena y cuarto menguante. Pero hay una manera más completa de
verlas. Siguiendo los estudios de Demetra George, dividiremos cada lunación
(mes lunar) en 8 aspectos: luna nueva, creciente, cuarto creciente, gibosa,
luna llena, menguante, cuarto menguante y balsámica.
“El proceso se inicia durante la fase de luna nueva, cuando la
semilla que contiene una nueva visión y es infundida con una intención
determinada germina en la oscuridad. Con la luz de la fase creciente,
los primeros y tiernos brotes de esta visión comienzan a salir fuera de la
tierra. Durante el cuarto creciente, la fuerza vital de esta visión
adquiere sus raíces, estableciéndose a sí misma; aparece el tallo y la
estructura de las hojas adquieren una forma más fuerte y definitiva. La fase
gibosa se corresponde con el desarrollo de los capullos, esperanza de la
flor que se abrirá después en la fase de luna llena. Con la luna llena,
a medio camino del ciclo lunar, la visión se halla plenamente iluminada y
repleta de contenido y significado. La fase menguante o gibosa menguante
se corresponde con el fruto maduro; la visión ya ha cumplido su objetivo. El cuarto
menguante se refiere a la siega de la cosecha, cuando lo que ha sido
realizado durante todo el ciclo es ingerido y asimilado. Cualquier fruto dejado
en la planta comienza a marchitarse y a descomponerse. Entonces, la esencia de
la visión es destilada en una nueva semilla que es enterrada bajo la tierra
durante la última fase o fase oscura o balsámica del ciclo, donde es
preparada para el renacimiento. Y será liberada posteriormente con el inicio de
un nuevo ciclo”.
(Demetra George, Las lunas negras. Las negritas son mías)
De acuerdo a lo anteriormente dicho, cuando queramos aumentar la energía para un determinado proyecto o situación a través de un trabajo mágico lo haremos entre la luna nueva y la llena; si deseamos quitar, disminuir o dejar ir alguna situación, lo realizaremos en la fase menguante y balsámica de la luna.
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